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Entrevista con Hugo Sánchez, de Tyefada: «Tout le monde aime Robert»

 

El sábado 19 de marzo tendremos en escena en el Centro Cultural Valdebernardo, a las 12:00 horas, un espectáculo de mimo y teatro gestual para todo tipo de públicos, a cargo de Hugo Sánchez, de la Compañía «Tyefada»: Se trata de «Tout le monde aime Robert»

Con motivo de esta actuación hemos considerado oportuno realizar una pequeña entrevista al mismo, para que nos de a conocer su peculiar mundo y las características más relevantes de sus espectáculos, en particular éste que llega a a Vicálvaro el próximo fin de semana.

Entrevista realizada por José Antonio Guzmán Alfeo y Paula Guzmán Iglesias.

 

 

Buenos días, Hugo. Lo primero que querría que nos aclararas es tu relación con la Compañía «Tyefada», ubicada en el sur de Francia y a la que perteneces de una manera un tanto peculiar, ¿es así?  
Yo soy un artista que tengo este espectáculo, la gestión administrativa se lleva a través de Tyefada. A nivel legal es una asociación que puede contratar artistas, hacer eventos, son ellos los que me contratan. Es una estructura pequeñita que,  si hay artistas que les proponen cosas y  les gusta el espectáculo, se hace. El principal objetivo son los proyectos sociales de clown; si destinamos parte del sueldo a financiar proyectos sociales, se dona algún tipo de proyectos en hospitales, otros países, …. Lleva varios artistas, el año pasado unos cinco.

 

Leyendo tu biografia, es un tanto sorprendente que habiendo estudiado filosofía hayas acabado desarrollando este tipo de proyectos. ¿Cómo es la trayectoria que te ha llevado del mundo de las ideas a hacer literalmente el payaso? 
Pues básicamente al terminar mi carrera estuve viviendo fuera de España, buscando mi camino; al volver di clases, estuve en un colegio que me gustaba mucho, pero la educación formal no me satisfacía, había que incluir una serie de valores que no me convencían. Como siempre me había interesado mucho el mimo, el teatro gestual, la expresión corporal, como una forma de comunicar, transmitir e incluso educar, casualmente, al acudir a un espectáculo de clown en la Sala Montacargas, en Madrid, el actor me sacó como voluntario; y me sentí tan a gusto, tan bien, tan feliz de compartir ese ratito, que me di cuenta de que me quería dedicar a esto; empecé de modo informal, en la calle, a ver cómo era, improvisando, y luego decidí formarme; hay gente que tiene una capacidad innata, pero no es mi caso. Acudía a profesores de clown, escuelas de teatro gestual, de circo. Este fue el cambio, de la filosofía al clown.

 

Has recorrido medio mundo con tus espectáculos. ¿Se puede decir que cada público es distinto, que todos reaccionamos igual o que al contrario tienes que adecuarlo a cada uno de ellos? 
Este espectáculo («Tout le monde aime Robert») está diseñado para representarlo en teatro, en un mundo  occidental, por cuestiones técnicas y muchas más. En otros lugares, los espectáculos son adaptados; considero que por mucho que vivamos en diferentes culturas y realidades, hay un lenguaje común universal, la risa. Una persona que se tropieza y cae, que hace el tonto o un baile ridículo es igual en cualquier lugar, en España, Mozambique o el Tíbet…
Estas ganas de jugar con el público es lo que hace construir el espectáculo; cuando me marcho a otro país adaptamos el espectáculo a ese público; se busca otro tipo de reacción, a nivel de los procesos de resilencia con personas que están sufriendo; no podemos darles un contenido demasiado profundo o dramático,  porque en la mayoría de los casos la situación que están viviendo ellos ya es lo suficientemente dramática, por eso generalmente se trata de espectáculos más ligeros, más sencillos, más interactivos.
Siempre se parte de la realidad y de la experiencia personal, pero buscamos la búsqueda del lenguaje común, de la risa común. Por eso en mis espectáculos no hablo, la palabra puede ser una dificultad a la hora de comunicar; por ejemplo,  en un pueblo perdido en la mitad del campo en Mozambique hablan la lengua local solamente, pero la expresión corporal ses universal, son los mismos significados, y las máscaras faciales son las mismas, se entiende todo. El mensaje llega de un modo más sutil, hay que tener en cuenta que en África, por ejemplo, la figura del blanco está idealizada: es la persona que, o bien ha ido en misión religiosa, o bien es el médico; generalmente siempre tiene un estatus de superioridad (aunque sea entre comillas); en cambio, ver llegar a un blanco al que se le caen las cosas, que es un payaso, que se cae de la bicicleta, que se lleva un guantazo, les provoca un cambio total … Les ves diciendo: “si sois iguales que nosotros”, se rompen esos esquemas mentales y esas barreras que nos separan a nivel cultural.
¿La obra que interpretas el sábado en Valdebernardo puede llegar a otros colectivos que habitualmente quedan ´»fuera de juego» como pueden ser autistas, sordos, …. y en general todos aquellos grupos que se escapan de lo que denominamos habitualmente «población normalizada»?
Creo que este espectáculo en concreto, el del día 19,  es comprensible a todos los públicos sin importar su condición.
Evidentemente una persona que es autista, por su manera particular de relacionarse con el mundo, no va a expresar de la misma manera lo que le ha gustado más o menos, pero estamos ante un evento diseñado para llegar a todos, y que cada persona salga de allí con la reflexión que quiera -si es que ha querido salir con una reflexión-, porque al final que el tema del que habla es de un personaje que está esperando; esa hora de espectáculo esperando es una representación de toda su vida, esperando que llegue una carta a un buzón, carta que no llega, no llega, no llega.
Es la soledad de la persona que espera que le llegan las cosas, pero éstas no acaban de venir. Éste es el hilo conductor del espectáculo; pero claro, los más pequeños saldrán recordando la risa que les provocó que me quedara enganchado en el arnés de un saxofón, a otros les llegará más la parte más poética del mensaje…
En suma, es un espectáculo abierto a todo el mundo pero no vamos con un mensaje directo, diciendo “esto es así, la realidad es como te la muestro”, cada uno hará la reflexión que considere, si es que es procede esta reflexión.
 
Queremos incidir en el carácter particular de este espectáculo,  habilitado para otros colectivos no incluidos habitualmente. En el distrito de Vicálvaro, como en tantos otros lugares, tenemos grupos de población que habitualmente quedan fuera de las propuestas culturales por diversos motivos, y entendemos en que en este caso estamos ante una propuesta abierta a todos. 
Si, si. Es el caso. Yo trabajo sin palabras porque éstas pueden ser una limitación como te he comentado antes, pero es cierto, no sólo por desconocimiento del idioma; los sordos de aquí están igualmente limitados; intento hacer espectáculos que lleguen de un modo sencillo, es decir que no haya complicación grande en el texto…. Es lo bueno que tiene el clown, que se basa mucho en la simplicidad de las acciones para que lleguen los mensajes empleamos la sencillez y no emplear la palabra, y nos apoyamos mucho en lo visual, para que llegue a todos, autistas, sordos, o personas de otras culturas.
Todos vemos lo mismo, personas que se mueven de una manera, cuya forma de caminar le va a dar una información concreta, etcétera. Por eso está abierto a todo el mundo.
 
Por último, queríamos cerrar la charla conociendo tu opinión sobre el papel de la cultura en estos momentos de incertidumbre, con una guerra en Europa que ya nos afecta pero que puede ir a más. 
Para mí la cultura, como la educación, son dos pilares de nuestra sociedad, para ir hacia adelante. Cuando hay una situación de urgencia como ocurre actualmente, la cultura tiene la forma de intervenir de modo inmediato, a corto plazo, creando y expresando espectáculos en los que se hable de las consecuencias de la guerra, porque creo que a veces -esta reflexión es muy personal- estamos tan influenciados por películas de guerra o por video juegos, en los que puedes meter otra moneda y volver a empezar cuando has muerto, que no nos damos cuenta del valor de una vida humana; si uno muere ha muerto, no va a volver con o sin moneda. La cultura ha de intervenir con carácter de urgencia en este proceso, la vida es tan importante que hay, tiene que haber, otras maneras de solucionar conflictos.
A esto se tiene que dedicar la cultura como vehículo de comunicación entre personas, tanto a corto como a largo plazo. Nosotros ahora por ejemplo con el tema de la guerra en Ucrania vamos a intentar crear un proyecto de clown para poder ir a la hora de distribuir alimentos a los refugiados, de modo que sean payasos los que se encarguen de este proceso, ayudando a los equipos médicos, a todo el personal, con la intención de hacer reír a todos los afectados.
Hace mucho tiempo en un campo de refugiados en Grecia, en un trabajo similar, un papá se nos acercó y me dijo “… Mira, nos han dado mantas, nos han dado comida, nos han dado un montón de cosas, por lo que estoy super agradecido. Pero hacía más de dos años que no veía a mi hija reír, y os doy gracias infinitas por ello”. Para nosotros eso es “Guau”. Puede parecer una tontería, pero el hecho de reír, conseguir distensión en una tragedia, un momento de felicidad en ese contexto hace que cojas energía, ánimos, y un poco de esperanza. Ojala que no tuviéramos que vivir estos momentos, pero la situación es la que es.
Muchísimas gracias Hugo por dedicarnos parte de tu tiempo. Esperamos que te vaya muy bien y que sea todo un éxito la actuación del próximo 19 de marzo a las 12:00 en el Centro Cultural Valdebernardo. 

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